sábado, 14 de junio de 2014

Cumbre G77+China: Un evento casi mundial

Paulo Ito
Por Javier Tolcachier | ALBA TV

El intento de engañar a nuestros lectores con un titular que nada o poco tiene que ver con la cita cumbre del balompié, es deliberado. Usamos este ardid, perteneciente al arsenal cotidiano de los medios masivos de manipulación y control, con la pobre justificación de alcanzar migajas de atención, sabiendo que, por varias semanas, no habrá cosa más importante en el planeta que una pelota rodando.

Este 14 y 15 de Junio, mientras los ojos de cientos de millones están dirigidos al pasional mundo futbolístico, en el país vecino y a pocos cientos de kilómetros de la frontera con el Brasil, en la oriental ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, se desarrollará otro evento cumbre, el del G77+China, celebrando el cincuentenario de su nacimiento.

Pese a concentrar a ciento treintaitrés naciones en su seno y a esperar la asistencia de un número cercano al centenar de delegaciones (incluyendo alrededor de treinta primeros mandatarios), la importante cita será sin duda opacada por los guarismos y entretelones que arrojen los primeros encuentros sobre el verde césped entre los muy conocidos y amados muchachos, élite y vanguardia de cada nación.

Pero el mensaje que se espera en la cumbre del G77 merece ser transmitido. Entonces, para no ser aguafiestas, sugerimos cambiar brevemente el canal y enterarse de ello aunque sea en los entretiempos.

¿Quién es el “G77+China”?

El G77 es un grupo de países nacido en 1964 en las Naciones Unidas, al calor de la reunión fundacional de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo). El propósito de esta agrupación de intereses fue el de contrarrestar el peso determinante de los intereses y la visión de los países del Norte global, intentando salvaguardar las necesidades de las naciones en vías de desarrollo. Al mismo tiempo, la organización se pensó para promover medidas de cooperación Sur-Sur. Con el tiempo, los setenta y siete países miembros dieron paso a los actuales ciento treintaitrés, conservándose sin embargo el nombre G77 en referencia al hito primero.

Por supuesto que estar bajo la égida del máximo órgano de coordinación mundial, las Naciones Unidas, tiene ventajas pero también muchos sinsabores. Por una parte, países con poca influencia relativa logran en ella al menos un foro donde hacerse oír, pero más allá de las ingenuidades diplomáticas declarativas, ello implica la sumisión a un sistema generado luego de la segunda guerra mundial, estrictamente apegado a las situaciones de poder relativo surgidas de ese desastre global.

Un sistema cuya orgánica es controlada por un Consejo de Seguridad, cuyos miembros permanentes son amenazantes poderes nucleares que pueden vetar propuestas ajenas e imponer las propias.

Este sistema constituido además en el campo económico por instituciones como el FMI, el Banco Mundial y su brazo justiciero, el CIADI y vigilado atentamente por alianzas militares expansivas e invasivas como la NATO, ha encontrado en los últimos años fuertes resistencias, llevándolo a una creciente decadencia. Hoy, junto a la emergencia de nuevos actores internacionales como la Organización de Cooperación de Shanghái, la CELAC, los BRICS, el proyectado Banco del Sur, se ha formalizado el clamor por cambios que reformulen el rol de las Naciones Unidas, hacia su verdadera democratización.

¿Qué puede esperarse de la cumbre?

Si bien el G-77 agrupa a prácticamente todos los países del así llamado “Sur Global” – excluyendo específicamente a los miembros de la OCE (Organización par ala cooperación y Desarrollo Económicos) – su constitución dista mucho de ser homogénea. Conviven en su seno países paupérrimos del África subsahariana con la opulencia de Bahrein, los Emiratos Arabes o el Sultanato de Brunei; los gigantescos Brasil, China o India junto a naciones de reducidas dimensiones como Bután, Suazilandia o Yibuti. Asimismo, las orientaciones políticas representadas son disímiles y en muchos casos, de franca oposición. Junto a los conservadores reinos de Marruecos o Arabia Saudita, actúan naciones de porte eminentemente revolucionarios como Cuba, Ecuador o Bolivia.

Y es precisamente este último país, anfitrión de esta celebración, quien dará los acordes de inicio a esta cumbre en la voz de su presidente y figura referencial, Evo Morales Ayma. Este dirigente surgido de las entrañas de su pueblo, luego de siglos de dominio colonial, exhortará a los presentes a la decidida transformación de un injusto orden mundial, signado por el capitalismo y su mecánica de depredación. Junto a elevar la voz de por una radical transformación de las relaciones entre los pueblos, denostará la apropiación indebida y destructiva del medio ambiente producida por la codicia e insensibilidad de las empresas transnacionales.

Según las informaciones preliminares, se espera que los temas centrales en la agenda del cónclave sean la necesidad de modificar las prioridades de la sociedad humana, enfatizando en la erradicación de la pobreza, el derecho irrestricto a la salud y educación de las poblaciones junto a la urgencia de exigir avances serios en los tibios e incumplidos acuerdos relacionados con el calentamiento global y la protección medioambiental en general.

Al mismo tiempo, se denunciarán los ataques del antiguo orden contra la soberanía alimentaria de los pueblos, encarnados en la ofensiva por la firma de tratados como el TTIP – negociado actualmente entre los Estados Unidos y Europa- o el TPP (Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica) cuyos objetivos son la protección de los derechos de propiedad ilegítimos de las corporaciones violando el elemental derecho humano a una sobrevivencia digna.

Otro tema central lo constituirán los imprescindibles cambios en las estructuras de las instituciones internacionales, poniendo de manifiesto la nueva situación de multipolaridad y superando los resabios del andamiaje imperialista postcolonial. El presente secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, deberá apelar a todo su estoicismo oriental, cuando varios de los delegados califiquen de cosméticas las propuestas actuales de reformulación de la organización mundial.

Otro tema de mucha relevancia serán las definiciones de cara a los Objetivos de Desarrollo del Milenio para el 2015, fecha en que está previsto la evaluación de lo conseguido hasta ahora y la proyección de nuevas metas de desarrollo a ser logradas para la nivelación de las tremendas desproporciones de bienestar entre los seres humanos en distintas regiones.

La voz de los Movimientos Sociales

En los últimos años, junto a estos encuentros entre Estados, se ha hecho sentir crecientemente la voz de actores organizados en la base social. Como no podía ser de otra manera, es justamente en esta cumbre que se realiza en Bolivia, donde este avance de la democracia real se hará sentir con fuerza.

En paralelo a la cita de los emisarios gubernamentales se entregarán varios documentos con llamamientos y reivindicaciones. La Cumbre Juvenil Latinoamericana ha emitido su declaración final[1], debatidas en mesas en torno a siete puntos temáticos: el cambio climático, cooperación Sur-Sur, migración y desempleo, erradicación de la pobreza, desarrollo sostenible, propuestas para ONU post 2015, seguridad alimentaria con soberanía, cultura, desarrollo y medios de comunicación.

La Cumbre de Mujeres, por su parte, realizada el 29 y 30 de mayo, colocó la mira en las postergaciones que aún sufre el género en vastas regiones del planeta, denegándose su acceso a la igualdad de derechos y oportunidades largamente anhelada. Al mismo tiempo, se destacaron los avances de la participación femenina en política, economía y ciencia, mostrando su fuerte protagonismo en los procesos de cambio.

Por su parte el Foro de Comunicación para la Integración de Nuestra América entregará a la Cumbre un documento denominado “Llamado a la Cumbre del G77”, en el que se hace hincapié en la necesidad de extender y profundizar los procesos de paz a nivel global, en concordancia con la reciente declaración de la CELAC que define a América Latina y el Caribe como Zona de Paz. En este Foro están nucleados numerosos colectivos de comunicación que promueven la integración regional y la democracia comunicacional – en franca oposición a la actual dirección de los medios concentrados, defensores del actual régimen de inequidades y control de la subjetividad.

En el documento, al que adhieren cientos de organizaciones y personalidades comprometidas con la transformación social, entre otras proclamas, se invita a la Cumbre a “impulsar activamente la resolución pacífica de las diferencias entre naciones, al desarme nuclear y convencional, la prohibición de la ciberguerra y las ciber-armas.” En el exhorto, que es parte de una campaña por la Paz impulsada por el Foro, es clara y eminente la posición de enérgico “rechazo a los intentos de injerencia externa, destinados a desestabilizar los procesos de cambio que se están construyendo en nuestra región y de minar la credibilidad y avance de los procesos de integración.”[2]

“Oiga” – me gritan – “termine su nota ya, el árbitro tocó su silbato para comenzar el segundo tiempo”.

¿Será que la Humanidad se decidirá por cambiar el trámite del encuentro? Esperamos y trabajamos porque así sea. Dejamos atrás un tiempo, esperamos que el que viene sea mucho mejor.


[2] El llamamiento completo del Foro a la Cumbre G77+china puede leerse en http://integracion-lac.info/llamado-g77


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