lunes, 26 de mayo de 2014

El pueblo colombiano ausente en las elecciones

Por ANNCOL

“Casi 20 millones de colombianos, de los 33 millones habilitados para hacerlo, no ejercieron este domingo su derecho al voto. Su apatía se tradujo en los niveles de abstención más altos en una votación presidencial desde la primera vuelta de 1994 (66%): solo el 40,7 por ciento quienes podían hacerlo votaron este 25 de mayo, lo que traduce en que seis de cada 10 optaron por no ejercer su derecho al sufragio.”

No son palabras de ANNCOL sino del diario oficialista El Tiempo.

Tremenda derrota para la llamada “Democracia más antigua de América Latina”. Pero no para ahí, por que si agregamos otros 770.610 que votaron en blanco (5.99 %) y 311.000 votos anulados (2,5 %), nos dimos cuenta que el 25 de mayo en Colombia, el Pueblo-Pueblo no fue a las urnas para decidir sobre su futuro en una elección presidencial de importancia.

Cese al Fuego: FARC-ELN

Y no es que la guerrilla, Farc y Eln, hicieron obstáculos. Al contrario, las dos guerrillas declararon un cese al fuego durante diez días para que el pueblo colombiano fuera a las mesas receptoras de votos para eligir entre los candidatos en juego.

¿Por qué no fue a votar el Pueblo?

Sencillamente por que el Pueblo Colombiano no cree en la democracia de Santos, Uribe, Zuluaga y del Departamento de Estado. Y no es de ahora sino de toda la historia de Colombia oligarca. Por que el Pueblo siempre ha sido excluido de la agenda democrática.

La corrupción, espionaje y narcodólares


Los motivos políticos de ésta abstención perpetua los podemos encontrar en los siguientes temas:

1. Los componentes de corrupción y guerra sucia en sus más altas esferas han estado presente en estas elecciones.

2. Nunca antes, desde el pacto del Frente Nacional, la oligarquía colombiana nunca había estado tan ferozmente enfrentada como ahora. Y esa división debe ser aprovechada por el movimiento social para avanzar aún más.

3. El imperialismo NUNCA había estado tan incapaz como ahora (mire Crimea, Ucrania, Siria, Afganistán etc.).

4. Escoger entre Santos y Zuluaga es como escoger entre el Sida y el Ébola. Es decir, la muerte cercana. Los electores han escogido el Ébola y la muerte más espectacular porque Zuluaga romperá el proceso de paz y pagará el costo político. Se volverá a la guerra y en cuatro años, después de no haber derrotado a la guerrilla, volverán a buscar la paz. Eso sin contar que el proceso popular seguirá avanzando y que en el parlamento es minoría el uribismo.

5. La izquierda tendrá que dividirse entre los que apoyarían a Santos (Clara López, el Partido Comunista, Iván Cepeda etc.) y el Moir&Robledo que, lo que entendemos, no harán alianza con Santos para salvar las negociaciones de Paz en La Habana.

6. Marta Lucia Ramírez, ex ministra de defensa y una ciega guerrerista, surgida de una alianza entre Pastrana y Uribe, tampoco creemos que haga alianzas con Santos. Queda el bolardo Peñalosa que ya no puede decidir nada.

Así que Zuluaga tiene muchas y reales posibilidades de ganar la segunda vuelta y volverá a la guerra.

¿Qué conclusiones hacemos ante tal panorama?

Pues si Santos realmente esta interesado de ganar la segunda vuelta para salvar el proceso de paz, debería redefinir su política drásticamente y movilizar esa mayoría del pueblo que el domingo pasado no fue a las urnas, en vez de buscar alianzas con los candidatos de la oligarquía derrotados.

Hay que tomar en cuenta que Santos perdió en las regiones en donde incumplió sus palabras y acuerdos con los campesinos que sacudieron al establecimiento durante 74 y 33 días respectivamente el 2013 en los paros agrarios en Catatumbo y el Paro Nacional Agrario y Popular.

Santos es un Halcón de Guerra, igual como Zuluaga. Obedece a una clase social y a un Imperio que impone las reglas del juego. Por lo tanto, lo decisivo es que se cambie la correlación de fuerza.

Unidad y organización del movimiento popular

El pueblo colombiano ha mostrado en las carreteras y barricadas que sí tiene la fuerza para tumbar las imposiciones nefastas del Poder Fáctico en Colombia. Lo que falta todavía es que se madure el factor subjetivo del pueblo que significa que el mismo pueblo sea capaz de derrotar la política de guerra que tanto Uribe como Santos representan. En ese sentido abogamos para una mejor organización del movimiento popular, unidad en las acciones para enfrentar las contrarreformas neoliberales y la guerra, a defender la entrega de los recursos naturales como la soberanía nacional a las transnacionales.

En peligro Venezuela y la integración latinoamericana

No hay duda que con Zuluaga la guerra tendrá otro nivel. No solamente en Colombia sino en toda América Latina y sobre todo en relación a Venezuela. Esa es la estrategia del imperialismo norteamericano. Una victoria del uribismo significaría guerra con Venezuela, intrigas, conspiraciones y acciones contrarrevolucionarias avaladas por un estado que es anfitrión a siete bases militares estadounidenses.

Y no para ahí. Si la contrarrevolución venezolana, apoyada activamente por el Departamento de Estado no logra a tumbar al gobierno Bolivariano, tiene la posibilidad de enfrentarlo en un plebiscito en el medio de su periodo presidencial. Y la campaña para conseguir las firmas para pedir el plebiscito comenzaría el 2015. Si la contrarrevolución venezolana logra llegar al poder en un plebiscito, se conformaría un eje de la extrema derecha fascista continental que pondría en riesgo la integración de Latinoamérica y el futuro de los derechos que les quedan a los pueblos del continente.

Las guerrillas colombianas, que ya tienen 50 años de experiencias acumuladas sobre cómo actúa su enemigo, no tragan el anzuelo o las amenazas del uribismo o Santismo así de fácil. Pero no dudamos de decir, que es preferible negociar sobre la paz otro año más ante de echar todo a la borda, que es el programa del candidato de Uribe.

¿Cuál “Factor Farc”?

Ya son bastante los columnistas de los medios oficialistas que voltean la primera derrota de Santos a las FARC. Como el caso de Marta Ruiz, de la Revista Semana, contratada a veces por la Sociedad Interamericana de Prensa para hablar sobre la Libertad de Prensa. En su crónica titulada; “El Factor Farc”, ruega a las FARC de acciones de paz; “la guerrilla ha sido cauta, por no decir tacaña, en sus gestos de paz”, dice.

La cronista no es tonta, no le falta inteligencia, pero sí, escribe bajo una línea política de un dueño que ha clavado cual es la línea editorial. La señora Ruiz sabe perfectamente que las elecciones fueron realizadas bajo una situación de orden pública más pacifica que nunca antes por que las FARC y el ELN acordaron un cese al fuego para facilitar el espectáculo electoral. La doña Marta sabe también, que la guerrilla de Marulanda ha producido 454 propuestas de nuevas leyes para crear esa Nueva Colombia en Paz con Justicia Social desde que inició el proceso en La Habana. Pero nuestra colega Marta quiere, como Santos y Zuluaga, más de las FARC.

¿Qué más quiere? ¿Entregar prisioneros de guerra que no tienen?

Dice: “Posiblemente un cese unilateral y definitivo del fuego o ponerle una fecha perentoria a la dejación de armas”.

¿Entregar armas y cuerpos mientras Santos y su ministro de Guerra planean y ejecutan bombardeos a los campamentos guerrilleros y que mide la guerra en litros de sangre?

Distinguir entre causa y efecto, opresión y resistencia

Mañana 27 de mayo las FARC cumplen 50 años. La guerrilla que se fundó por campesinos para salvarse las vidas y no por la toma del poder ese 1964. Se convirtió rápidamente en un ejército irregular, creciendo en miles.

Y no es que las armas están por encima las posiciones o programas políticas. Por lo contrario. Cuando la guerrilla, por la ausencia del Estado, comenzó a entregar las tierras en la década de los 60´ y los 70´ en el departamento de Cundinamarca a los campesinos sin tierra, cosecharon también las primeras semillas políticas de su base social. Esas semillas no mueren con un bombardeo de un campamento guerrillero. Por que el campesino de Sumapaz, de Caquetá o de Cesar conocen muy bien el carácter asesino de los terratenientes que, para advertir a los campesinos de no respirar las palabras “Reforma Agraria”, les cortaron la cabeza y las colocaron en los palos de los potreros para que nunca más exigieran el derecho a la tierra.

Mientras haya opresión, siempre habrá resistencia.

Es el legado que ha dado la insurgencia colombiana de los 50 años de lucha guerrilla.


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