miércoles, 8 de enero de 2014

El Salvador: Se amplía el número de despidos en el Hotel Decameron

CEAL
Por Ernest Cañada | Rel-UITA

Tras el despido de Patricia Monterrosa fundadora del sindicato de rama, SITIGHRA, la empresa ha cancelado el contrato a 144 trabajadores más. El sindicato acusa a la empresa de estar haciendo “limpieza”, en un intento de evitar cualquier tipo de organización de los trabajadores.

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La organización sindical de los trabajadores del sector hotelero en El Salvador ha sido tradicionalmente difícil.

Tanto las políticas laborales que favorecen la temporalidad y las subcontrataciones que dividen a los trabajadores de una determinada empresa, como la actitud abiertamente antisindical de la patronal han sido fuertes obstáculos para avanzar en la defensa de sus derechos.

Sin embargo, la situación de malestar de los trabajadores se fue agravando en algunos hoteles, como por ejemplo en el Hotel Royal Decameron Salinitas, tal como cuenta Patricia Monterrosa, ex recepcionista del hotel: “Muchos jefes operativos y supervisores nos maltrataban demasiado y por eso se tomó la decisión de organizarse sindicalmente”.

La conformación de una organización clasista

Gilberto García, coordinador del Centro de Estudios y Apoyo Laboral (CEAL), en declaraciones a La Rel explica que en ese  momento “no había una organización sindical de los trabajadores del sector hotelero. Había alguna, pero estaban bajo el control patronal o era solo cascarón, como decimos, nada real”.

Por eso se aconsejó a los trabajadores del sector que para sumar fuerzas era mejor fundar un sindicato de rama de industria, que según la legislación salvadoreña tiene que formarse con un mínimo de 35 trabajadores en más de dos hoteles.

De este modo se conformó el Sindicato de Trabajadores de Industria Gastronómica, Restaurantes, Hoteles, y Afines al Turismo (SITIGHRA), con trabajadores de dos hoteles de la zona costera de Los Cóbanos, el Hotel Decameron, de capital colombiano, y el Hotel Las Veraneras, de origen salvadoreño, y un tercero en San Salvador, el Hotel Siesta.

Reacción patronal


El primer paso fue constituir el sindicato de industria e introducir toda la documentación correspondiente en el Ministerio del Trabajo.

El sindicato se formó con 42 trabajadores, entre fundadores y afiliados. La reacción de las patronales de Decameron y Las Veraneras no se hizo esperar y a los pocos días, en septiembre, despidieron a aquellos trabajadores que constaban como fundadores del sindicato, 15 en Las Veraneras y uno en Decameron.

Este menor número de despedidos en el Hotel Decameron se explica porque en la documentación del sindicato solo constaba una fundadora, mientras que el resto de afiliados no eran públicos, lo que los protegió.

Sin embargo, Patricia Monterrosa, denuncia que desde que a ella la despidieron, el 6 de septiembre, hasta ahora, “han sacado a otras 144 personas, según los datos del Seguro Social”.

Por su parte, Gilberto García corrobora esta información y explica que “la semana que despidieron a Patricia, echaron también a 80 personas, en un período de 3 días. Empezaron a despedir y despedir. Y de ahí para acá, prácticamente en un mes y medio han ido despidiendo a unos 60 más”.

Patricia explica que tras la notificación de la creación del sindicato, a finales de agosto la empresa mandó a El Salvador por dos semanas a “Walter Forero, el director de recursos humanos en Colombia. Ahí estuvo reuniendo a los trabajadores por sectores, (alimentos y bebidas, mantenimiento, recepción,…). A mí no me dejaron entrar en las reuniones. Dijeron que era una orden de gerencia que yo no podía entrar.

Unas compañeras me contaron que lo primero que les preguntaban era que si había algún sindicato organizado en el hotel, y que eso no era permitido. Pero también les preguntó si había maltratos de jefes. Muchas personas por miedo no quisieron decir nada, pero otras sí hablaron y fue a las que despidieron”.

Para Gilberto García “hicieron esas reuniones para identificar a los trabajadores descontentos. El señor no vino a resolver los problemas si no a identificar a ʹlos problemáticosʹ para deshacerse de ellos”.

Por lo que parece la empresa, de momento no estaría sustituyendo esos puestos de trabajo, sino que están sobrecargando de trabajo al resto de la plantilla. Según Patricia “han quitado todas las plazas del área de recepción y las mismas meseras cubren su trabajo. Pero el servicio ya no es el mismo y ya hay muchas personas que se quejan.

Hay muchos comentarios en Facebook, diciendo que hay mal servicio. Pero es por lo mismo, porque todas las personas antiguas las van quitando y no cubren esos puestos con personas con experiencia”.

Todo parece apuntar, reafirma Gilberto, que “se están tomando su tiempo para contratar a más personas, porque tienen temor que sea gente que pueda simpatizar con el sindicato”.

Miedo al contacto con el Sindicato


Este temor a que en la plantilla puedan haber miembros del sindicato o que simpaticen con la organización ha llegado a tal punto que la empresa ha intentando controlar -con personal armado- que en los buses que trasladan a los trabajadores fuera del hotel, no puedan estos comunicarse con ningún sindicalista.

Andrea García, investigadora de CEAL, explica que todo empezó durante la protesta que el sindicato, acompañado por otras organizaciones sindicales, organizó el 7 de septiembre, cuando cortaron durante varias horas la carretera que llevaba al Hotel Decameron y al Hotel Las Veraneras:

“Ese día pasó algo muy particular y desde ahí empezamos a ver una actitud muy violenta de la empresa. Ellos enviaron a su jefe de seguridad, un tipo que venía armado, y que estuvo presente durante toda la protesta”.

Pero al final de esa protesta, cuando hubo cambio de turno, salieron buses del hotel que llevaban a los trabajadores y entonces la gente del sindicato y los que estaban protestando se acercaron a los buses a repartir información mediante un volante que explicaba cuáles habían sido las motivaciones de haber formado el sindicato y haciendo una invitación a los trabajadores a afiliarse a la organización.

Entonces -continúa Andrea- la empresa se molestó demasiado, porque se dio cuenta de que fuera del hotel ya no tenían control de los trabajadores.

Entonces empezaron a enviar a esta persona armada y vestida de militar en los buses para controlar quién tiene acceso a los trabajadores, quién se acerca a ellos, quién les da alguna información”.

Fuente: Rel-UITA


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